Pasada la curiosidad de oír que ‘la ñaña se voló a la gloria’, sin entender, por supuesto, mejor dicho, sin más que sentir la música de esta palabra nueva, jugaba un momento como aburrido, o se acogía con preferencia singular, al regazo de la madre desolada, para levantarse a cada rato en silenciosa indagación de la ausente, buscándola tras la puerta o la petaca, asomándose a la boca de la tinaja o del mortero, para llamarla con dulce tenacidad: ñaña, ñaña… (posible referencia sin formato: Lugones, Leopoldo (1988 [1936]) “Las almitas”. En: Cuentos fantásticos]. Madrid: Castalia, p. 249).
Pero no como esas historias de brujas que antaño narraban las abuelas, las cocineras o las ñañas junto al fuego. (posible referencia sin formato: Teitelboim, Volodia (1988) En el país prohibido. Sin el permiso de Pinochet. Barcelona: Plaza & Janés, p. 177).
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Por extensión, ser humano de corta edad, en especial el que no ha llegado a la pubertad.
Al Muñeco lo vi bien. En la Selección está tapado por varios jugadores. Pero demostró que si algunos tienen ñañas el Muñeco les puede quitar el puesto (posible referencia sin formato: . Eliminatorias: charló con el Piojo y con Husaín; no le gustó la Selección. Clarín, 9 de octubre de 2000).
Eymi, ñaña. Usted, señora (señorita). Saludo de manos que los hombres dirigen a las mujeres o también entre mujeres. (posible referencia sin formato: Diccionario Lingüístico-etnográfico de la lengua mapuche. María Catrileo, Santiago, Ed. Andrés Bello, 1995.).