Lo cierto es que ocupaba siempre el lugar más distinguido, que hablaba alto, que algunas veces contradecía a los otros sin reparo, y que lejos de hacer lo mismo con él más bien parecía que todos adherían a su dictamenAlain Réne Le Sage. Historia de Gil Blas de Santillana. Página 252. Editorial: Imprenta de L. Miguel de Burgos.