Un chingadazo en el hocico. Un ¿qué?, recuerdo que me preguntó el mariconazo con esa ingenuidad del niño que descubre algo nuevo. Un chingadazo, Alba, le contesté, un chingadazo — y le enseñé mi mano empuñada pero bien empuñada.Rogelio Guedea. Crónicas del reincidente. Página 115. Editorial: UCOL. 2006. ISBN: 9789706922359.