Del latín effractio, a su vez de effringere, "romper".
a represión debe proporcionarse así al peligro que entraña el delincuente, y el ladrón sigiloso de un pañuelo merecer, en este concepto, una pena mayor que Jean Valjean, no obstante la efracción.Luis María Drago. Los hombres de presa. 1888.