Del alemán Wolfram1, y este de origen incierto, normalmente interpretado como compuesto de Wolf ("lobo") y Rahm ("crema"), lo que parece dudoso dada la variación en los documentos tempranos, en los que aparece como Wolffram, Wolform2
"Tostado de nuevo el producto, se deja enfriar, se muele finamente y se somete a la lixiviación dentro de cubas de madera para dejar en disolución las sales de vanadio, arsénico y wolframio, así como los sulfatos y molibdatos." Puig, Ignacio (1945) La bomba atómica y las colosales reservas de energía de la materia. Barcelona: Betis, p. 98