Quedábamos casi todas las tardes en algún terrado de los que el Nen se conocía y allí, con el solete de la primavera y hasta que se hacía de noche, nos bajábamos una botella de whisky y nos fumábamos nuestros canutillos.Francisco Casavella. El triunfo. Página 60. Editorial: Anagrama. 12 abr 2017. ISBN: 9788433937872.
Lilí.— Muchas gracias. Es usted un solete. Portero.— En efecto: un solete. y me gusta ser un solete, no lo niego. Pero ser un solete me va a costar muy caro. Sin permiso de la dueña consentí que durmiera usted por las noches en el taller.Álvaro de Laiglesia. Más allá de tus narices. Página 11. 1979. ISBN: 9788432021862.