Afortunadamente no se internó hasta allí, y en el poderoso monasterio, que llegó a tener sujetos a su jurisdicción otros treinta y nuevo, acabó en paz sus días mortales el siervo de Dios Rudesindo, diez años después de la noche en qeu se profetizara a Sisnando muerte a mano airadaEmilia Pardo Bazán. Viajes por España. Página 46. Editorial: Editorial Bercimuel.