Proviene del hecho de que se dice que los cuadernos de los niños con síndrome de Down o cualquier otro trastorno del desarrollo suelen estar marcados con líneas o garabatos amorfos. No obstante, la frase en sí a pesar de ser coloquial resulta ofensiva para quienes tienen dichos trastornos, por lo cual es empleada por personas ignorantes sobre tal condición.