Si puedes, incorpórala: ver cómo.
Y como los perros persistieron en acometer, hubo de corretearlos a peñascazos, obligándolos a refugiarse entre el huallento que poblaba el faldeo, en tanto que rezongaba:―¡Porfiáos no más, estos quiltros e mure!Luis Durand. Tierra de pellines.