La transición del griego Christóforos al español Cristóbal, cuyos muy diferentes sufijos pueden sorprender, se explica por el paso del primero al latin vulgar Christophanus, luego al portugués y su nasalización distintiva a Cristovão (además de una vocalización de la /f/). Se puede entonces entender la última sílaba como una /l/ palatalizada (similar al catalán), además de la transformación de la /v/ en la consonante aproximante bilabial /β̞/.