A la hora de la oración hacía un poco de tertulia con el juez, el subdelegado y el jorobadito Muñoz. Elías escuchaba silencioso. El curquito Muñoz tenía tres títulos de grandeza: era el tendero, el hombre de letras y el filósofo del pueblo.Volodia Teitelboim. Hijo del salitre. Editorial: Lom Ediciones. 1996. ISBN: 9789567369201.