Ya cada uno en su banqueta y con los dos blancos delante, Inicial Barbero sacó la bolsa donde dormía el tarafe. -A qué le damos, ¿a la rentilla? -Bueno. Al cabo de un largo rato, de un rato que duró cuatro o seis horas, y cuando reparó que Inicial Barbero era otro cantar que Quintín Jumilla, el vagabundo se plantó. -Doce vasos bebidos y doce que tengo que pagar. O sea, doce veces dos reales menos doce gordas, un duro menos dos gordas. ¡No sigo!Camilo José Cela. Judíos, moros y cristianos. Página 196. Editorial: Ediciones Destino.