Solamente había una horca de cebollas, y tras la llave en una cámara en lo alto de la casa. De éstas tenía yo de ración una para cada cuatro días; y cuando le pedía la llave para ir por ella, si alguno estaba presente, echaba mano al falsopeto y con gran continencia la desataba.Anónimo. El Lazarillo de Tormes (1554). Páginas 38 y 39. Editorial: Revista VEA. 1987.