Pero al llegar y preguntar por el mozo, el boticario, un tragavirotes en forma de elegante bastón, le espetó sin más: ”Lo siento, doctor, lo siento, pero mi mancebo ni está aquí ni volverá a estar”, [...]María Jesús Sánchez Oliva. «El bosque sin árboles». Revista Esperanza, volumen 19, número 3. 2020.