De zalama y el sufijo -ero, y aquella del árabe سلام (salaam), "paz", usada como saludo, en última instancia del protosemítico *šalām-, quizá cognado del protoindoeuropeo *solwos, que daría el latín salvus y de ella el español salvo
"si es cortés, le llaman zalamero y figura; si descortés, dicen que es desvergonzado". de Quevedo, Francisco (1789 [1699]) "La historia y vida del gran tacaño". En: Obras escogidas. Barcelona: Viuda e Hijo de Aguasvivas, t. 1, p. 269–270 [1]